Archive for julio, 2010

Gotitas de vida (II)

Aún no había visto con total certeza la luz. Sus ojos intentaban inútilmente enfocar su objetivo: una mujer de edad madura vestida de blanco que le cogía la cabeza con ternura. Escuchaba ruidos extraños y se sentía nerviosa en aquel ambiente desconocido. Tan pulcro… pero tan frío. Recordaba poco -muy poco- de su vida pasada. Vagos pasajes rondaban su recién estrenada mente y pudo remembrar aquel lugar tan cálido de donde provenía y las voces que tantas veces la tranquilizaron en los momentos de mayor soledad.

Ahora todo era distinto. No había calor, o al menos no había la cantidad suficiente para que dejara de sentir tanto frío. Sus intentos por llorar se veían intimidados por la curiosidad que sentía en aquel lugar extraño. ¿Acaso era ella la única que se sentía tan desconcertada? Giró la cabeza un poco para ver entre penumbras a su vecino que dormía plácidamente con una sonrisa en los labios. Intentó reincorporarse para separarse de aquel cuerpo ajeno que la abrumaba pero se dio cuenta de que era inútil. Entonces se percató de que había perdido la movilidad de la que gozaba en su anterior hogar.

– No puede ser – pensó mientras intentaba llevarse las manos a la cabeza.

Todo era en vano. Se sintió sola y abandonada. Deseó con todas sus fuerzas regresar a su lugar de origen  y miró fijamente el rostro de la mujer que tenía delante, para intentar saber quién era aquella desconocida que le hablaba en un lenguaje ininteligible. No pudo contener el llanto y berreó con todas sus fuerzas.

De repente sintió que se movía y escuchaba una voz lejana que le resultaba conocida. La mujer de blanco la depositó suavemente encima de un cuerpo cálido con un aroma muy familiar. Escaló como pudo las enormes montañas que tenía delante y encontró un oasis en medio de aquel placentero lugar en el que ya no sintió mas frío. No podía creer lo que estaba viendo. Abrió la pequeña boca y se aferró con toda sus fuerzas al inmenso paraíso que le ofrecía la vida misma dosificada en dulces gotitas.

Era el pezón de su madre.


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A las maestras de Montse

Cuando decidí que Montse ya estaba lista para ir a la guardería tenía un poco de miedo. Me había informado de los pros y los contras de la escuela infantil y, aunque estaba convencida de que era lo mejor para ella y para mí,  no podía evitar sentirme un tanto culpable de esta primera separación. Los primeros días no fueron fáciles, como ya lo conté aquí, pero a poco a poco me fui dando cuenta de que la educación formativa en los primeros meses es lo mejor que les puede pasar a los niños. La guarde de Montse -que pertenece a la red de escuelas Os pequerrechos– cuenta con un equipo de profesionales que hace que la vida de las madres sea más fácil.

Para mí  -como madre, como mujer, como trabajadora-  es una bendición poder dejar a mi hija con total tranquilidad en manos de sus maestras, que han sabido ganarse el cariño de la niña.Para la peque este grupo de mujeres entusiastas que la reciben todos los días con una sonrisa forman parte de su vida. Se acuerda de ellas por las noches cuando me pide que le cuente un cuento y ella se inventa los personajes. Se acuerda de Auri cuando come algo que le gusta o cuando le pregunto lo que comió en el cole. Se acuerda de Iri cuando hace un dibujo y de Graci y Moni, cuando canta una canción. Se acuerda también de Sonia que fue la profe que la recibió en sus brazos el primer día de clases. Por eso quiero agradecerles infinitamente lo que han hecho por Montserrat. Es bien sabido que el cariño y la preparación que los bebés reciben en sus primeros meses son fundamentales para su vida adulta.

Durante este primer año en la escuela infantil la nena ha madurado mucho. No solo ha conocido el valor de la amistad, también ha aprendido a relacionarse con otros adultos que no forman parte de su círculo familiar. A lo largo de 12 meses descubrió a Pin y a Uxío Novoneyra, conoció en el cole a Papa Noel y al Mensajero Real, se vistió de Blancanieves para carnavales (por cierto, el disfraz se eligió mediante una encuesta en Twitter), celebró las fiestas de abril, aprendió nuevas canciones e hizo mil cosas más.

Estoy orgullosa del progreso de mi hija. Me sorprende ver como su vocabulario aumenta día con día y el uso tan correcto que le da a las oraciones y los verbos que descubre. Y vosotras, Moni, Iri, Graci, María G., María D., Ana y Auri, junto a mi madre, sois en gran parte responsables de lo mucho que la niña ha crecido emocional y espiritualmente. Ya lo decía Pitágoras, «los alumnos son la biografía del maestro».

Sé que cuando el tiempo pase y ella se haga mayor recordará con cariño a su profes de la escuela infantil. Y cuando lea este post o mire las fotos que celosamente he ido guardando, rememorará con una sonrisa los felices momentos que pasó cantando, bailando, dibujando, aprendiendo y disfrutando junto a las maestras y sus compis de la guarde.

¡Gracias a todas!

Las maestras de Montse: Sonia Saavedra, Iria Otero, María Germade, Mónica Domínguez, María González, Graciela Sánchez, Ana Carreira y Aurea Araña.

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El «yo también» de las madres trabajadoras

Cuando @mariadeandres me invitó a continuar con el #meme iniciado por @Valvanuz para #madresEbay me vinieron a la mente muchos de los momentos difíciles y  tristes que (quasi)  todas las mujeres experimentamos en esos primeros meses de maternidad.

En su blog, Velvenuz comenta: «El tema de este Meme es “Yo también…” y está dedicado a madres trabajadoras que como yo sufren (en silencio) o no tanto, las consecuencias de compaginar el trabajo, con la vida personal, los niños, la casa… ¡¡Llevar todo esto es una práctica de riesgo y debería ser reconocida como tal!»

Como no me podía quedar pasiva ante esta interesante iniciativa decidí aportar la lista de «yo también» que rondan en mi cabeza:

«Yo también… he pasado la noche en vela observando a mi hija hasta comprobar que le bajó la fiebre.»

«Yo también… he imaginado un mundo justo donde el verbo conciliar se conjuga con total naturalidad».

«Yo también… me olvido del cansancio en cuanto llego a casa y veo a mi beba dormir plácidamente con una sonrisa en sus labios».

«Yo también… he llorado ante la impotencia de no poder dormir a la pequeña antes de las 4 de la mañana».

«Yo también… creo que cualquier sacrificio es poco cuando tu hij@ coge tu cara entre sus manos, te mira fijamente y te dice:  te quiero».

«Yo también… me he topado con una piruleta sin envoltura al buscar las llaves del coche en el bolso».

«Yo también… recuerdo aquel tiempo lejano en que era capaz de leerme un libro completo en tres noches».

«Yo también… estoy convencida de que el periodismo y cualquier profesión se puede alternar con la maternidad con un poco de organización y mucho sacrificio».

Tu también…  puedes continuar con esta cadena en pro de las mamás que trabajan (en casa o fuera de ella). Por lo pronto mis primeras tres invitadas directas son:

@Lau_chan <<  Madre. Head of Customer Support, eBay classifieds Spain. Licenciada en traducción, escritora aficionada, fotógrafa aprendiz y blogger.

@ishamommy << Madre y actriz.

@amormaternal << madre, odontóloga y blogger.

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