Para contrarrestar un poco el amargo sabor de boca que nos dejo el vídeo de la supernanny tirana, encontré esta breve explicación de Carlos González sobre crianza con apego a la hora de dormir. Si aún tienes dudas sobre si dejar o no llorar al niño, este pediatra te puede orientar:
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Somníferos para bebés
¿Hasta dónde puede llegar una persona para intentar dormir o tranquilizar a un bebé inquieto? Hoy me encontré con una noticia simplemente aterradora. Sucedió en Vigo y la publicó La Voz de Galicia, Cuatro niños de una guardería fueron ingresados por la supuesta ingestión de un sedante.
Aún se desconocen las causas que provocaron la hospitalización de los pequeños. Tampoco se sabe si el sedante se les aplicó en la escuela. Pero en cualquier caso, los padres de los menores que acuden a esta guardería -que por cierto se llama A Camelia- ya no podrán estar tranquilos. Al menos mientras se aclara esta extraña situación y se confirme si el sedante se les sumunistró en el centro educativo.
Bastante difícil resulta para un padre o una madre encontrar plaza en una guardería para dejar a los pequeños, como para que además salgan a la luz informaciones tan escabrosas como esta y nos hagan reflexionar sobre una interrogante que siempre vaga de un lado a otro en nuestro pensamiento: ¿Quién cuida de nuestros hijos?
Es bien sabido que muchos pediatras suelen recetas somníferos en bajas dosis a los bebés para que dejen dormir a sus padres. Con este tema la polémica está servida porque hay quienes defienden la postura de que los sedantes son una buena forma de que los niños duerman y eso evita, incluso, los problemas de pareja. Salvo casos excepcionales en que la salud del bebé está en riesgo, el uso de sedantes, tranquilizantes, somníferos o como se llamen, no debería ser una alternativa para lidiar con los problemas de sueño del bebé.
Opina: ¿Le darías un sedante a tu hij@?
El sueño del bebé
Montserrat nació a las 2.20 de la madrugada de un lluvioso viernes de abril. Cerca de las 5 una enfermera se la llevó de mi lado y me dijo: «Anda mamá, duerme un poco que lo necesitarás». Cuatro horas después, en las que caí en un sueño profundo y delicioso, la niña regresó a mi lado. Durante los tres días que permanecí ingresada en el hospital, la niña dormía y dormía y solo el hambre podía despertarla. Pero fue llegar a casa y el hechizo terminó. Empezaron entonces las largas noches de insomnio. Montse dormía mucho por el día y permanecía despierta hasta las tantas.
Desesperados y angustiados, el aprendiz de padre y yo empezamos a buscar la ayuda de los expertos. Fue así que conocí a Eduard Estivill y Carlos González. Dos especialistas que han escrito sendos manuales sobre como ayudar a dormir a los niños. Tras pensarlo mucho me decanté por el segundo, porque entendí que mi objetivo era enfilar nuestro camino familiar hacia la crianza con amor, sacrificando así mis noches de sueño.
He sido duramente criticada por esta decisión, pero no me arrepiento. Pese a que en mis ojos aún se conserva la huella de mis desvelos, Montse ha regularizado poco a poco sus horarios de descanso, lo que mi esposo y yo agradecemos profundamente.
No me arrepiento de haber atendido a la niña cada vez que lloraba. Ni me arrepiento de haber pasado las noches en vela, a su lado, cogiendo sus manos o cantándole una nana. Hoy que todo eso quedó atrás me siento satisfecha y feliz.
Es positivo que los padres tengan a su disposición una larga lista de manuales sobre el sueño infantil para hacer frente al problema. Cada uno es libre de aplicar el método que más le convenga, lo importante es tener claro que el niño, y su bienestar, debe ser una prioridad en el seno de cualquier familia.