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Un diciembre para recordar

Diciembre suele ser un mes para dar, recibir y recordar. Y son esos recuerdos los que hacen que una familia permanezca unida aún cuando ya no estén todos juntos. Mi hija, de 3 años, solo pasó dos navidades con su abuelo materno, pero lo recuerda casi a diario.

Estos días, en medio de la fiebre navideña que padece desde el pasado mes, le dedica mucho tiempo a su abu Toto. Le ha puesto una bota para que Santa le deje un regalo, le ha dibujado una flor de Navidad y suele dejar un caramelo junto a su foto.

Esos gestos que nacen de su absoluta inocencia me hacen valorar lo importante que es mantener viva la presencia de la gente que amamos. Y el corto «Semilla del recuerdo», de Renato Roldan, me ha hecho remembrar algo que todos sabemos: «lo que nunca se olvida vive para siempre».

Disfrútenlo:

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La magia del 6 de enero

Todo salió perfecto, tal como estaba planeado. El día de Reyes es el más significativo de las fiestas navideñas. Montse lo tiene claro, porque el año pasado (con un añito cumplido) lo disfrutó en grande. Y con una experiencia tan grata guardada en su memoria selectiva era lógico que esperara el día con tanta ansiedad. En nuestra casa, como en muchísimos otros hogares, la víspera de Reyes fue una locura. La nena no podía conciliar el sueño por los nervios. Algunas horas antes intentó convencerme de que dejáramos leche en vez de agua en el cubo de los animales, porque, según su reflexión: «¿Cómo van a mojar las galletas en agua, mamá? Seguro que no les gusta».

Al final pusimos agua. Y a los Reyes leche y galletas. Dejamos la ventana medio abierta y nos fuimos a la cama… a conversar. Tardó mucho en dormirse. Estuvimos abrazadas hasta las cinco de la madrugada mientras el padre dormía como un bebé. Ella alumbraba la ventana de la habitación con su linterna, atenta a cualquier movimiento extraño. Y con el temporal de viento que hubo anoche, normal que escuchara ruidos cada dos minutos. «Ssshhttt calla mamá, ¿los oyes? Creo que ya están aquí… han llegado mamá!!! Anda, vamos al salón». Yo me mantuve despierta más por solidaridad que por falta de sueño. Finalmente se durmió minutos antes de las cinco, con la linterna en la mano y una sonrisa en la cara.

 Y claro, al otro día la pobre estaba rendida, por más que su emocionado padre intentó despertarla no hubo forma. Así que en casa abrimos los regalos hasta pasadas las dos de la tarde, cuando la peque abrió los ojos de golpe gritando: «Han venido, llegaron ya??? Vamos chicos, al salón». No les había contado que en ocasiones nos llama chicos, así, con esa familiaridad que solo tienen los niños.

Y allá fuimos todos corriendo al salón. Vio los regalos pero los ignoró al principio. Lo que más le importaba era confirmar si se habían tomado las galletas y la leche. Sonrió satisfecha mientras le pedía a su padre que la ayudara a asomarse a la ventana para ver el cubo que reposaba tirado sobre el césped, vacío. Después de eso saltó, gritó y bailó mientras abría los regalos, y yo con ella. Montse estaba feliz, no quiso ni pasar por el orinal aunque por sus saltitos nerviosos me di cuenta de que tenía que ir. Al final la lleve a la fuerza pero regresó corriendo. Nos quedamos jugando toda la tarde. Fue increíble ver la sorpresa en su carita y la felicidad en sus ojos. Más tarde, mientras tomaba la merienda me preguntó:

  • Mami… ¿cuando vuelven los Reyes Magos?
  • Falta mucho mi amor, mucho tiempo. ¿Por qué lo preguntas?
  • Es que quiero darles un beso
  • Anda peque, dámelo a mi, que no es lo mismo… pero es igual.

 

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La gran noche de los Reyes Magos

El 6 de enero es mi festivo favorito porque mis padres hicieron que ese día fuera mágico e inolvidable. De hecho durante mucho tiempo callé  y les hice creer que aún creía para no dejar de recibir regalos. Y funcionó. Ahora me toca hacer el otro papel, el de los Reyes, y me divierto mucho. En América Latina lo usual es que sean los niños los que reciban los regalos, pero en España, por ejemplo, es habitual que se intercambien regalos entre todos, sin importar la edad.

La celebración de los Reyes Magos o los Santos Reyes como se les conoce también, se realiza en prácticamente todos los países hispanoparlantes y, con el objetivo de promoverla al resto del mundo, me gustaría hacerles una propuesta: llenar de niños nuestro Timeline (Twitter) y/o nuestro muro (Facebook).

El próximo día 6 de enero  podríamos cambiar el avatar o imagen de perfil por una foto de nuestra infancia o por una foto de nuestros hijos, de este modo seríamos muchos niños parlotenado en las redes sociales. ¿Qué les parece? Es una forma sencilla de inundarnos  de sonrisas infantiles, seguro que nos levanta el ánimo a todos. En Twitter podemos usar el hashtag #ReyesMagos que  posiblemente será Trending Topic ese día. Si se animan los espero en mi timeline con su mejor sonrisa infantil o con la foto de los pequeñajos de la casa. Feliz Día de Reyes a todos.

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Víspera navideña

Este año me apetece poco celebrar la Navidad pero si tienes en casa a una niña de 2 años y medio que es fan de Los Reyes Magos, Papa Noel y el reno Rodolfo, es imposible ignorar la algarabía navideña. Así que contra todo pronóstico me he sorprendido cantando Adestes fideles en varias ocasiones. Mi pequeño torbellino no para en todo el día. La ilusión es tanta que desde hace tres semanas los cuentos, las canciones, los juegos y hasta los berrinches, giran en torno a la Navidad.

Lo de los regalos es un capítulo aparte. Asigné un día específico para realizar las consagradas compras, así que trepamos al coche a la pequeña Jingle Bells y allá nos fuimos, porque el domingo, salvo que me toque guardia laboral, ella y yo no nos separamos ni por confusión. Cinco horas viendo, probando y comparando juguetes en tres centros comerciales, fue realmente agotador y más con la peque a cuestas. Menos mal que aún es fácil despistarla y no se daba cuenta de que yo iba metiendo todo lo que llamara medianamente su atención en un carrito camuflajeado para poder decidir después. Ella nos lo puso fácil puesto que el día que le tocó «escribir» la carta para llevársela al cartero real, la peque pronunciaba su misiva en voz alta mientras dibujaba unos garabatos sobre un papel. No sé si es la lista definitiva porque hace dos meses que la está preparando y la cambia casi a diario, pero la carta le quedó preciosa. La decoró con el dibujo de un sol y de un Papá Noel, cosa que igual a los Reyes no les hace mucha gracia pero se tienen que aguantar, que la competencia es mucha y la crisis no está como para ofenderse.

El festival navideño de la guarde también la tiene emocionada, aunque la pilló en medio de un catarro con tos y fiebre. Disfruta tanto tocando su pandereta que, con todo y mocos, Montse ensaya incluso los días que no va al cole. Me ha dicho que me tiene una sorpresa y que la canción me va a gustar. Yo no tengo la menor duda, verla cantar y sonreír son cosas que aderezan cotidianamente mi vida. Mañana será el gran día para ella y sus compis del colegio, que podrán cantar frente a los embobados padres esa secreta canción que han preparado durante semanas.

En el fondo solo deseo que todo esto pase pronto y que el 2010  quede atrás. Pero mientras llega el esperado 1 de enero, seguiré secundando las locuras navideñas de la niña, que para eso soy su madre. Felices fiestas.

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